Julia cortaba los tomates disecados mientras pensaba en cuanto se le ensuciaban los dedos al estrujar el puré contra el cuchillo. A lo lejos, un mundo de risas , copas de vino y víboras gritonas. Cuando perdido entre su dialogo escucho...
-Se murió el dueño del hotel...-
Soltó el cuchillo, levanto la mirada como descreyendo, o queriendo descreer lo que había oído y pregunto:
- ¿Quien murió?-
-Kike, el dueño del hotel-
Su cara palideció, su alma se lleno de frío y del vacío típico que deja buscar sin respuesta.
Segundos, eran solo segundos lo que tardaba en formularse millones de preguntas "¿Por que?", "¿Como?"...
-¿Cuando?- pregunto con la dificultad del llanto atravesado en la garganta.
-Anoche, de un paro cardiaco- respondió la mujer de sonrisa endemoniada, de vestido rojo como la chispa de su sonrisa reflejada en sus ojos, como el vino que había dentro de la copa con la que jugaba desinteresada por la cara de espanto de Julia.
-Pero...¿yo lo ayude con su proyecto! ¿que espanto Dios mio no tenia ni 40 años cumplidos!- vociferaba mientras bajaba la mirada como perdida.
-Hay..pobre chica...¡demasiadas malas noticias en una sola noche!- terminaba de decir la mujer mientras emitía otra de sus sonrisas.
A Julia el corazón se le partía en pedazos. La pobre no entendía, no quería entender, no podía. Fijo su mirada en la los sentimientos mediocres de aquella mujer y tratando de salvar algo de compasión le dijo:
-Tenia dos hijas bebes...¡era muy joven!-
"Que espanto Kike..." se repetía por dentro, trataba de dibujar su cara para recordarlo.
Recordaba la tarde de verano en la que ella confeso lo que le angustiaba, su condena; la falta de amor que tenia hacia aquel que en ese momento era suyo y la pasión que sentía hacia aquel otro que se hospedaba en el hotel.
Con Kike solían espiarlo por las cámaras. El recuerdo de esa complicidad le trajo nostalgia.
En la habitación todos siguieron con su charla,nadie paro por él.
Las manos llenas de tomates y ella seguía recordando las tardes en ese hotel, la pileta, los asados y el vino que juntos bien acompañaban el engaño.
¿Por que él? ¿qué le habría pasado para llegar a eso?
La mujer de ojos maliciosos respondió como si le hubiera leído la mente:
- Hacían ya 4 años que no podía cobrarle al encargado del restaurante, eso lo tenia muy mal.-
"Kike..Kike,Kike ...Dios mío...qué paso?" seguía repicando en su mente.
Ya no volvería a tenerlo entre sus contactos...y con ese nudo en la panza no le quedo otra que retomar el cuchillo y los tomates hechos puré.
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